En un rincón del fútbol femenino local, una historia se está escribiendo con la fuerza de los sueños grandes. Se llama Lurdes Moyano, tiene apenas 12 años y ya se ganó un lugar en el corazón del Club Verónica, donde debutó en Primera y convirtió su primer gol en apenas dos partidos.

Peque de estatura, enorme en talento. En la cancha, Lurdes es una amenaza con la pelota en los pies. Y fuera de ella, una nena que transmite alegría, humildad y una pasión contagiosa por el deporte que la hace feliz desde que tenía apenas dos años.

“Tiraba la pelota para arriba y siempre le pegaba en donde se cuelga la ropa, ja ja”, recuerda con ternura.

A los 7 años, recién llegada de Chascomús, pisó por primera vez el club y ese día algo se encendió en ella. Su tía Graciela la llevó, la presentó al profe Juan y al Pela Juancito, y desde entonces el Verde fue su casa.

“Me emociona haber debutado en Primera. Me siento muy orgullosa por todo lo que hice hasta ahora”, cuenta.

Su debut fue en Pipinas y lo vivió como todo lo que alguna vez soñó: “Un poco nerviosa, pero muy feliz. Siempre quise jugar en Primera y participar con las chicas”.

Pero lo mejor estaba por venir. En su segundo partido, entró con decisión y convirtió un gol.

“Me ubiqué, busqué el pase… Mía pateó al arco, la arquera dio rebote largo y yo lo aproveché. ¡Cuando la pelota entró, supe que era gol y me di una vuelta para festejar!”.

Festejar, sí. Como cada vez que se pone la camiseta del Verde. Porque Lurdes no solo juega, es hincha del club que la vio crecer.

“Estoy feliz de jugar con mis compañeras. Me cuidan mucho, me hacen sentir parte. Y festejar con ellas… me hace muy feliz”.

Detrás de esa sonrisa tímida y esos botines veloces, hay una historia que apenas empieza. Y que ya nos regala lo mejor del deporte: pasión, esfuerzo, sueños y comunidad.

Lurdes es presente y es futuro. Y el Verde, más que nunca, tiene semillero.